11.6.05

Shade el Hombre Cambiante: ¡qué paranoia!

Shade, el Hombre Cambiante #1, de Peter Milligan y Chris Bachalo (Planeta, junio 2005). 96 páginas. PVP: 7,95 euros.

Sentía curiosidad por leer este trabajo experimental de Milligan que ya publicara en su día (de forma incompleta) Zinco. Al pasar las hojas uno comprende que se trata del rodaje de un artista en plena vena transgresora, que recupera un olvidado personaje de Steve Ditko, Shade, para dar rienda suelta a sus fantasías más tenebrosas.

Un ser del planeta Meta aterriza en la Tierra con la misión de luchar contra la locura que invade a EEUU. Su apariencia física es la de Troy Grenzer, un asesino ejecutado en la silla eléctrica, y su compañera de viaje (algo tiene de road-movie) es Kathy George, una joven al borde de la cordura tras la muerte de sus padres a manos de dicho sanguinario. Persiguiéndoles los talones, los agentes Mr. Stringer y Mr. Connor.

Bachalo muestra aquí un estilo más sucio, quizá ayudado por las tintas de Mark Pennington, menos limitado que en sus últimas obras, y empleando tramas y efectos de ordenador (de la época, muy pixelados) para intentar plasmar la extraña realidad que circunda a Shade. Asimismo, la paleta de Daniel Vozzo contribuye a dar un toque de psicodelia a la serie. Por otro lado, el dibujante utiliza dos modelos de viñeta para distinguir el mundo real del irreal de una forma más o menos coherente.

Milligan aprovecha la línea Vertigo para reinterpretar los mitos y símbolos americanos más asumidos por la población. Se atreve a relatar qué hubiera ocurrido si el atentado contra Kennedy no hubiese tenido lugar y apunta a Estados Unidos como único responsable. En otro episodio, la imagen del Tío Sam se desvirtúa hasta convertirse en un calavera llamada El Grito Americano, representación de esa plaga de locura que invade al país.

A pesar de los años, este cómic de adultos sigue impactando por los aires de libertad y osadía que destilan sus páginas, difícilmente clasificables dentro del género de superhéroes. Aunque puede que ahora estemos más acostumbrados a las salidas de tono y nos aburran de manera supina las paranoias de un guionista irlandés.



Siento un gran vacío en mi interior después de la compra atropellada de novedades del Saló... ¡Pero continuarán las reseñas!